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EL SILENCIO DEL PUEBLO. José María Rodríguez Díaz (2007)

   O silencio da xente, ou aínda máis, o pasotismo, son un tema recurrente no blog de José María, no outro polo en relación ós seus estudos sobre toponimia ou historia. Esa mesma verba, silencio, entrou nun título tan só dous meses antes: Gobernar con el silencio del pueblo.

Miércoles, 28 de febrero de 2007

EL SILENCIO DEL PUEBLO

• Publicado por jmrd_ribadeo a las 17:10

La coalición del PSOE-BNG que está gobernando en Ribadeo llega ya al final de su camino. Una etapa en la que la improvisación, la ociosidad y el despilfarro en el gasto, los constantes viajes a lo largo de Europa, la inactividad en la gestión y las actuaciones en los juzgados, marcaron la pauta de su mala gestión. Y todo esto se hizo con el silencio del pueblo. Una mala gestión, de cuya responsabilidad el mismo pueblo no está exento, pues los alcaldes no vienen de Marte. Y así fue como, con el silencio del pueblo y a sus espaldas, los dos candidatos, con minoría de votos en las elecciones, formalizaron los pactos que los llevaron a la alcaldía. Unos pactos que implicaron dos suculentos sueldos que les suponen a los ribadenses una grave carga económica que se refleja en los impuestos que han de pagar.

Con el resignado silencio del pueblo y en contra de lo prometido en su programa, como era la mejora social de los más pobres, fueron cargando sobre los hombros de los vecinos, vía impuestos, contrataciones de trabajadores innecesarios, dotados de grandes nóminas, y cuyo trabajo resulta ineficaz en muchos casos. Ignorando las insistentes protestas del pueblo consumaron unos rellenos innecesarios en la ría. Unos rellenos, que ahora se dedican a negocios y aparcamientos, que bien pudieran estar ubicados en otros parajes.

Con el silencio del pueblo, utilizó el alcalde el engaño y la mentira para entregar en manos privadas el puerto de Mirasol, en contra de lo que sostiene el socialismo.

Con el silencio del pueblo, y soslayando su obligación de defender al concejo, que son los vecinos, apoyó el alcalde una escandalosa subida salarial para algunos funcionarios, de elevados costes económicos para el municipio que, lógicamente, deben ser sufragados por el conjunto de los ciudadanos a través de los impuestos, y, por si esto no fuera bastante, un Plan de Pensiones para que tengan una más feliz jubilación. Una gran carga que gravará para siempre el futuro de este concejo.

Con el paciente silencio del pueblo se mantuvieron actitudes permisivas ante ciertas ilegalidades en la construcción y se permitieron edificios con grandes alturas que convierten las calles en callejones oscuros, planificando un diseño de villa cada vez más inhumano.

Con el silencio del pueblo instaló el alcalde en la villa los monecos de Ibáñez y de los cocos, gastos superfluos para un concejo tan endeudado, y de valor estático más que dudoso.

Con el silencio del pueblo despidieron a ciertos trabajadores, a quienes hubo que indemnizar, con los dineros de todos, por despidos declarados improcedentes. también, ante la pasividad de los ribadenses, las constantes denuncias del regidor llevaron a muchos a los juzgados, instaurando la crispación entre los funcionarios del consistorio, los políticos de la oposición y los vecinos.

Ignorando las protestas del pueblo se hizo un funesto diseño de circulación en la villa, que aportó más perjuicios que soluciones, y que aún sigue pendiente de resolver.

Con el silencio del pueblo se dedicó el alcalde a viajar por distintos países de Europa, para entregar un CD en Italia o para traer un ascensor, siempre acompañado de su corte de funcionarios. ¿Cuántos viajes le quedan aún por hacer?

Y en contra del criterio del pueblo, claramente manifestado, aprobó el alcalde ciertas urbanizaciones de lujo, destinadas a segundas viviendas para clases privilegiadas, en espacios altamente sensibles, como era el de O Costal, con total desprecio de los intereses turísticos y las bellezas medioambientales, mientras olvidaba sus compromisos de construir viviendas sociales para los desheredados de la fortuna.

Y así, quien prometía a los ciudadanos, en su discurso de investidura, gobernar con el pueblo y para el pueblo, con honestidad, austeridad, participación ciudadana y transparencia, gobernó de espaldas al pueblo, para no tener que dar cuentas de los puntos oscuros de su gestión. Y el pueblo, un pueblo mayoritariamente pasota, callado y silencioso, permitió, con su silencio, los mayores abusos, sin darse cuenta de que hay veces en que, como hicieron los de Nigrán, hay que decir que no estamos de acuerdo con esa gestión.-

José Mª Rodríguez

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