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GOBERNAR CON EL SILENCIO DEL PUEBLO. José María Rodríguez Díaz (2006)

   Publicado en decembro de 2006 no blog 'O Cargadoiro, de José Mª Rodríguez.

Viernes, 15 de diciembre de 2006

GOBERNAR CON EL SILENCIO DEL PUEBLO

• Publicado por jmrd_ribadeo a las 13:03

Van ya más de tres largos años en los que la coalición del PSOE-BNG está gobernando en Ribadeo. Una etapa en la que la improvisación, la ociosidad y el despilfarro en el gasto, los constantes viajes a lo largo de Europa, la inactividad en la gestión y las actuaciones en los juzgados, marcaron la pauta de su mala gestión. Y todo esto se hizo con el silencio del pueblo. Una mala gestión, de cuya responsabilidad el pueblo no está exento. Pues en el fondo, estas limitaciones son la expresión de las carencias de un pueblo que sólo mira para su ombligo. Y así, con el silencio del pueblo y a sus espaldas, los dos candidatos, con minoría de votos en las elecciones, formalizaron los pactos que los llevaron a la alcaldía. Unos pactos que implicaron dos suculentos sueldos que les suponen a los ribadenses unos trece millones de pesetas al año, en dinero blanco.

Con el resignado silencio del pueblo y en contra de lo prometido en su programa, como era la mejora social de los más pobres, fueron cargando sobre los hombros de los vecinos, vía impuestos, contrataciones de trabajadores innecesarios y ociosos, dotados de grandes nóminas, y cuyo trabajo no se aprecia por ningún lado. Ignorando las insistentes protestas del pueblo consumaron unos rellenos innecesarios en la ría. Unos rellenos, que ahora se dedican a negocios y aparcamientos, que bien pudieran estar ubicados en otros parajes.

Con el silencio del pueblo, y soslayando su obligación de defender al concejo, que son los vecinos, apoyó el alcalde una escandalosa subida salarial para algunos funcionarios y, por si esto no fuera bastante, un Plan de Pensiones para que tengan una más feliz jubilación. Una gran carga que gravará para siempre el futuro de este concejo.

Con el paciente silencio del pueblo se mantuvieron actitudes permisivas ante ciertas obras ilegales y se permitieron edificios con grandes alturas que convierten las calles en callejones atosigantes, planificando un diseño de villa cada vez más inhumano.

Con el silencio del pueblo instaló el alcalde los monecos de Ibáñez y de los cocos, gastos superfluos para un concejo tan endeudado. Con el silencio del pueblo despidieron a ciertos trabajadores, a quienes hubo que indemnizar, con los dineros de todos, por despidos declarados improcedentes. También, ante la pasividad de los ribadenses, las constantes denuncias del regidor llevaron a muchos a los juzgados, instaurando la crispación entre los funcionarios del consistorio, los políticos de la oposición y los vecinos.

Ignorando las protestas del pueblo se hizo un funesto diseño de circulación en la villa, que aportó más perjuicios que soluciones, y que aún sigue pendiente de resolver.

Con el silencio del pueblo se dedicó el alcalde a viajar por distintos países de Europa, para entregar un CD en Italia o para traer un ascensor, siempre acompañado de su corte de funcionarios. ¿Cuántos viajes le quedan aún por hacer?

Y en contra del criterio del pueblo, claramente manifestado, aprobó el alcalde ciertas urbanizaciones de lujo, destinadas a segundas viviendas para clases privilegiadas, en espacios altamente sensibles, como era el de O Costal, con total desprecio de los intereses turísticos y las bellezas medioambientales, mientras olvidaba sus compromisos de construir viviendas sociales para los desheredados de la fortuna.

Y así, quien prometía a los ciudadanos, en su discurso de investidura, gobernar con el pueblo y para el pueblo, con honestidad, austeridad, participación ciudadana y transparencia, gobernó de espaldas al pueblo, para no tener que dar cuentas de los puntos oscuros de su gestión. Y el pueblo, un pueblo mayoritariamente pasota, callado y silencioso, permitió, con su silencio, los mayores abusos, sin darse cuenta de que hay veces en que, como hicieron los de Nigrán, hay que decir que no estamos de acuerdo con esa gestión.-

José Mª Rodríguez

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