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¿QUÉ HACER CON EL VOTO? José María Rodríguez Díaz (2007)

   Achegándose as eleccións municipais de 2007, José María segue tentando espallar a súa postura. Neste caso, cun razoamento netamente electoral, que lémbrame que xa con anterioridade ten feito referencia a Saramago no seu 'Eloxio da lucidez'.

Jueves, 10 de mayo de 2007

¿QUÉ HACER CON EL VOTO?

• Publicado por jmrd_ribadeo a las 16:33

Ha llegado la hora de renovar los gobiernos que habrán de dirigir los concejos. La llamada a las urnas, en la que tanto insisten los profesionales de la política, los modernos mesías que nos ofrecen el paraíso, choca con la sensación de cansancio y desengaño en el que vive la mayor parte de la sociedad.

Y esto es así por la negativa influencia que ejercen entre la gente los escándalos de corrupción, conocidos y no conocidos, en los que, cada vez con más frecuencia, se ven envueltos muchos políticos. Y la muestra la tenemos en Ribadeo al saltar a los medios lo que se decía en voz baja en los corrillos: el caso Lodeira. El lamentable espectáculo que los políticos están dando cuando se enzarzan en absurdas polémicas que no interesan a nadie y que los distancian, cada vez más, de los problemas reales del pueblo, no es, tampoco, ajeno a la pasividad popular. Otro factor importante que condiciona esta pasiva actitud es el sistema de listas cerradas que le imponen al pueblo, que hace que los ciudadanos no se sientan eficazmente representados por unas personas que deben su obediencia a los partidos, en detrimento del servicio a la sociedad. Y, finalmente, es frecuente que las discrepancias y diferencias ideológicas de los electores se vean sacrificadas en aras de unos pactos que luego conforman entre ellos con el único fin de alcanzar el poder. Y cuando esto es así, ¿Qué sentido tiene votar a unos o a otros? Si no se respetan las diferencias de criterios e ideologías, ¿en qué se diferencias unos candidatos de otros? ¿A quién votar, entonces, se pregunta la gente? ¿Qué actitud adoptar, pues, ante esta próxima convocatoria electoral en la que el pueblo sabe de antemano que lo que se va a dilucidar son los intereses de ciertas personas o partidos políticos, por encima de los intereses de los ciudadanos? Próximas ya las elecciones municipales, cuatro son las opciones posibles que tienen los ciudadanos: 1) Votar a un determinado partido. 2) Abstenerse de acudir a las urnas. 3) Emitir un Voto Nulo. Y 4) Votar en Blanco.

En cuanto a la primera de estas opciones, ¿Qué supone votar a un partido? Supone tener que otorgar gratuitamente nuestra confianza a un determinado grupo de personas que nos impone un determinado partido. Un grupo de personas que, sin haber sido seleccionadas por nosotros, van a representarnos, pudiendo actuar luego a su antojo en nuestro nombre y sin que podamos ejercer control alguno sobre sus actos, porque no están sujetas, por mandato imperativo, al control de los electores, sino subordinadas a la política del partido que les presenta. Las consecuencias a las que nos conduce esta situación es que, olvidando las promesas hechas a los ciudadanos, ejercerán la política en beneficio del partido que les presenta y de sus intereses privados, de donde, muchas veces, nace la corrupción, el abuso de poder y el tráfico de influencias. Y esto es lo que suele pasar cuando los ciudadanos dan su voto a un partido y luego se lavan las manos una vez depositada la papeleta en las urnas.

En cuanto a la segunda opción, ¿Qué implica la Abstención? El no acudir a las urnas - actitud que los partidos condenan sin excepción - puede ser interpretado como una discrepancia del ciudadano con el régimen político establecido, el desinterés por la política, una acción de castigo a los partidos o una actitud de indiferencia y pasotismo, provocada por el cansancio y el desengaño. En una palabra, la abstención es una deslegitimación del sistema. Pone de manifiesto una profunda separación, entre los dirigentes políticos y sus programas, con los ciudadanos. Esto la convierte en una opción de ambigua interpretación y muy criticada y temida por los partidos, que luego manipulan a conveniencia. 

La tercera opción, el Voto Nulo. Si es voluntario, supone una discrepancia con las reglas establecidas en el sistema electoral. No permite averiguar la voluntad que el elector pretende expresar. Refleja el cumplimiento del deber ciudadano, pero expresa una protesta o desacuerdo hacia el régimen político establecido.

Y en cuanto a la cuarta opción, el Voto en Blanco, ¿Qué representa? En primer lugar, cumplir con un deber democrático. Expresa nuestra disposición a participar en el sistema establecido. Pero implica un rechazo o distanciamiento del elector frente a las opciones concurrentes en ese momento a los comicios por los que no se siente representado. Es la única forma que tienen los ciudadanos de demostrar el desacuerdo con esos candidatos concretos aspirantes a la alcaldía. 

Resumiendo. Quienes vean sus inquietudes reflejadas en una lista determinada, pueden votarla. Los que discrepen del sistema político establecido podrán abstenerse de acudir a las urnas. Aquellos que, estando de acuerdo con el sistema, discrepen de las reglas establecidas tienen el voto nulo como expresión. Y, finalmente, quienes acepten el sistema establecido, pero no se sientan representados por las listas concurrentes a los comicios o sus programas, tienen el VOTO EN BLANCO como respuesta. El voto en blanco se ejerce depositando el sobre en la urna, sin papeleta en su interior. Y como los votos en blanco son votos válidos, la Ley Electoral debería otorgarle las correspondientes sillas vacías que le hubieran correspondido en los resultados electorales para expresar la voluntad de esos electores en el arco municipal y manifestar así la falta de apoyo de que carecen los elegidos. Y aunque el mundo de la política y de quienes hoy se dedican a comerciar con ella sólo inspira rechazo a los ciudadanos, estos deben hablar. Deben decir con su voto lo que piensan de los políticos que se presentan. Y al candidato que salga elegido, si los electores no votan en blanco, me atrevería a recomendarle, muy vivamente, que se leyera despacio los sabios consejos que Don Quijote le dio a su escudero Sancho cuando lo envió a ejercer el gobierno de la ínsula Barataria. No cabe duda de que le serán de provechosa utilidad. Sobre todo al pueblo a quien van a gobernar.-

José Mª Rodríguez

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