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HORIZONTES OSCUROS. José María Rodríguez Díaz (2007)

    'Un pobo que ignora que a política é cousa da totralidade dos cidadáns'. Coido que a frase, máis ca un resumo do artigo é unha declaración da idea que o subxace, por moito que afloren outras ideas como a do liderazgo sobre as que teño discutido con José María máis dunha vez. De novo un artigo doutra temática (relativamente) no medio da revisión dos incumprimentos do PSOE no período 2003-2007.

Sábado, 24 de febrero de 2007

HORIZONTES OSCUROS

• Publicado por jmrd_ribadeo a las 16:37

La sensación de corrupción que se tiene de muchos de los que hoy se dedican a la política es general. Una sensación que va en aumento desde que vivimos en democracia. Los que en la Edad Media nos gobernaban en nombre de Dios eran pésimos emuladores de los que hoy nos gobiernan en nombre del pueblo. Por si no fuera bastante lo que la gente percibe en su vida diaria, contribuyen a ello los muchos casos de corrupción que, día tras día, están difundiendo los medios informativos. Múltiples casos de corrupción urbanística y especulación, de prevaricación y cultivo del amiguismo, a costa del dinero del pueblo. El sistema de gobierno de que nos hemos dotado empieza a hacer aguas por todas partes. Y nadie trata de ponerle remedio. Los nobles principios de servicio a la sociedad, de ética y transparencia de que presumen en sus programas los que viven de la política han sido ya superados por las bajas pasiones que afloran en aquellos que aspiran al beneficio personal y al enriquecimiento a costa de los ciudadanos. La visión que se tiene de la situación es, casi, apocalíptica. El regateo que Lot estableció con Yahve para obtener el perdón para Sodoma era sólo una sombra de lo que podría ser hoy la justificación de la conducta de la clase política. Apenas quedan justos entre ellos para intentar regatear con Yahve. ¿Cómo se ha caído tan bajo en algo tan bello y tan noble como es el servicio y la entrega a la comunidad? ¿A dónde se ha ido el sentido de la responsabilidad que debe tener quien acepta el encargo de gestionar los intereses del pueblo?

Pero nuestros gestores, esos que se dedican a vivir de lo público, en vez de para lo público, no vinieron de Marte. Son hijos del pueblo. Pertenecen a nuestra comunidad. Es, por lo tanto, en el pueblo en donde tiene su asiento el virus de la corrupción. Es el pueblo el que la produce y la consiente. Un pueblo en el que los valores humanos y éticos ya no cotizan en el mercado como lo hacían antaño. Un pueblo dominado por el materialismo y el consumismo que sólo piensa en su bienestar personal y mira sólo para su ombligo. Un pueblo que ignora que la política es cosa de la totalidad de los ciudadanos. Y cuando la gente no ve la política desde esta perspectiva se genera un distanciamiento cada vez mayor entre los ciudadanos y los gestores que viven de ella. Esta separación es aprovechada por muchos políticos para cometer impunemente sus fechorías. Caminan siempre en el filo de la legalidad, del cual algunos, de vez en cuando, se caen. Se aprovechan de la apatía y la pasividad popular acudiendo a técnicas sofisticadas de manipulación de los hechos y del lenguaje que usan. De esos polvos vienen ahora estos lodos. políticos que, so pretexto de prestar un servicio a la sociedad, hacen de la política su profesión y se dedican a la expoliación de los recursos públicos y a vivir a costa del pueblo. Son los mercenarios de la política. Gestores, en los que la moral y la ética es algo ajeno a la actividad política que desarrollan. Administradores, para quienes lo importante es alcanzar el éxito y el poder a costa del pueblo.

No es la primera vez que la sociedad atraviesa estos largos desiertos. La historia es testigo de lo que digo. Pero, de vez en cuando, de su seno surgían en otros tiempos los carismáticos líderes que reconducían los pasos de la sociedad. Hoy no se ve horizonte para la esperanza. El pueblo vuelve la espalda a la realidad y calla y aguanta. Sólo se vislumbra oscuridad en el horizonte.

Dichosa edad y siglo dichoso aquel en el que los políticos se dedicaban al servicio del pueblo, con ética y transparencia. Dichosos los tiempos aquellos en los que la generosidad de los gobernantes privaba sobre el egoísmo y la responsabilidad sobre la ambición personal. Eran tiempos de utopías, hoy lo son de desengaños. Se necesita una nueva ecuación moral que cambie las motivaciones que impulsan a los políticos a la gestión de la cosa pública. En vista de lo que vemos, que nadie se extrañe si en las elecciones venideras gana el voto en blanco o la abstención.-

José Mª Rodríguez

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