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VIVIR EN RIBADEO. José María Rodríguez Díaz (2009)

    José María fai un canto a Ribadeo para advertir, ó final, do coidado que hai que ter para non destruír un paraíso.

Sábado, 28 de marzo de 2009

VIVIR EN RIBADEO

• Publicado por jmrd_ribadeo a las 10:40

En estos agitados tiempos de crispación y de crisis, rodeados constantemente por problemas de todo tipo, económicos o políticos, laborales o existenciales, vivir en una villa pequeña es ciertamente un privilegio que no está al alcance de todos. Ribadeo es una de esas villas que tiene la suerte de reunir en sí misma las ventajas que ofrece la vida de la ciudad, por los buenos servicios de que dispone, con la ventaja añadida de la tranquilidad que le aportan las características propias de una villa pequeña, situada en la costa y rodeada de un bello entorno paisajístico y natural. Un conjunto de situaciones que hacen de esta villa un lugar placentero para vivir. Y la gente lo sabe. Lo demuestra el aluvión de familias que constantemente se acercan a Ribadeo en busca de un prolongado descanso o para pasar sus horas de ocio o fijar aquí su residencia.

Su especial situación geográfica, asentada en la costa y con la ría a sus pies, la hacen acreedora de innumerables atractivos y encantos, fruto de esa mutua relación amorosa y respetuosa entre la tierra y el mar y que la especulación desaprensiva pretende, a veces, romper. Las muchas opciones que ofrece, tanto para la práctica del deporte en la mar o en el río, como para pasear por sus bellos entornos o el senderismo por los encantadores parajes de sus montañas y valles, hacen de Ribadeo un lugar ideal para disfrutar una vida. El paseo hacia el faro, pasando por el parque etnográfico de O Cargadoiro; el recorrido a lo largo de toda su costa admirando sus muchas calas y playas hasta la de Augas Santas; una excursión hasta el Mondigo, su atalaya más alta, o hasta Remourelle para otear desde las cumbres del monte Comado unos horizontes de ensueño; o una visita al mirador de Santa Cruz para contemplar y admirar las excelentes panorámicas de la Ría de Ribadeo y de la rasa asturiana. Y hasta los amantes de la cultura podrán disfrutar de una importante ruta castreña todo a lo largo del concejo, para deleitarse en la contemplación de los escondidos arcanos que ocultan los castros. Son todas estas posibilidades magníficas para el disfrute del tiempo de ocio, que están al alcance, tanto de los residentes como de los visitantes.

La variedad y la calidad de su comercio y hostelería, las opciones culturales que ofrece son otros tantos factores que no desmerecen de la oferta que se pueda encontrar en cualquier otra villa o ciudad. Y para el que busca el silencio y tranquilidad, en esta villa puede aún encontrar unos hermosos espacios de paz y silencio del que carecen las grandes ciudades. Aún admitiendo que la llegada de las nuevas tecnologías la despojaron de algunos de los muchos encantos de antaño, como el sonar de la sirena del faro en las oscuras noches de niebla, que llenaba de misterio nuestros sueños nocturnos, conserva aún muchos de sus antiguos encantos propios de la vida de un pueblo con tradición.

Pero, a pesar de todas estas ventajas, tiene aún importantes carencias que resolver. Después de este largo período de crecimiento demográfico y habitacional, a veces desordenado, es de esperar que se vaya encontrando el obligado equilibrio de crecimiento sostenido que necesita. Una de sus principales carencias es, sin duda, un adecuado plan de desarrollo urbanístico y una apropiada regulación de la circulación en la villa, así como el establecimiento de cómodos y céntricos lugares de aparcamiento. El acondicionamiento de sus parques, así como la limpieza de sus rincones y el adecentamiento de las fachadas de sus edificios son retos que tiene pendientes de acometer. Y entre todas las prioridades, recuperar la belleza de lo que es el icono más importante de Ribadeo: la Torre de los Moreno. Y no es de menor importancia, tampoco, encontrar el necesario equilibrio entre lo que es el derecho al descanso de los vecinos y la necesidad de satisfacer el derecho a la diversión que tiene la juventud a fin de encontrar la mejor solución para la coexistencia feliz estas dos necesidades sociales.

Hay, eso sí, quienes, subyugados por un falso espejismo, están empeñados en convertir esta villa en “unha pequena cidade”, como si eso fuera la meca de la felicidad. Es una loable ambición. Pero una ciudad, sin aparcamientos para los coches y con calles atosigantes, edificios muy altos, sin espacios verdes y, para más inri, atravesada por una autovía, nunca podría ser un referente de belleza, de humanismo y de tranquilidad.

En la solución a estos retos está, sin duda, trabajando el alcalde. Pero la respuesta vendrá de la colaboración y el apoyo de todos para que Ribadeo pueda seguir conservando ese atractivo mágico que siempre la distinguió.-

José Mª Rodríguez

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