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AS SAN LUCAS. Mondoñedo. José Mª Rodríguez Díaz

   Artigo publicado por José Mª Rodríguez Díaz no seu blog O Cargadoiro o 13 de outubro de 2006. Mondoñedo foi outro dos temas recurrentes nos seus escritos, despois de pasar alí un bo feixe de anos da súa vida. 

Viernes, 13 de octubre de 2006

MONDOÑEDO

• Publicado por jmrd_ribadeo a las 21:56

AS SAN LUCAS

Mondoñedo, esa bella ciudad que yace dormida a los pies del Padornelo que, como un león recostado la protege y vigila, y que, a través del paisaje que la rodea, de las antiguas piedras de que está hecha y hasta de la misma lluvia que moja sus calles, expresa paz y silencio. Ese silencio, Sólo interrumpido por el sonido de sus campanas que, como decía Cunqueiro, es el producto de la cultura. Ese silencio que envuelve a Mondoñedo desde la muerte de su Mariscal [Pardo de Cela]. Hay dos Mondoñedos distintos. Uno, el monacal y silencioso de siempre, hecho por tantos personajes ilustres que construyeron su historia y por las gentes sencillas y cultas, dotadas de un sello de hidalguía, que viven en él. El Mondoñeedo de casi mil años de vida canónica, aristocrítica y letrada. Y otro, el bullicioso y festivo de As San Lucas que lo hacen los feriantes, romeros y sanluqueiros. Pero, ¿por qué Mondoñedo es distinto? ¿Cuál es el secreto de su encanto? La respuesta está en su historia, en las especiales circunstancias que moldearon su vida. La importancia del mecenazgo y la cultura que implicó la sede episcopal en la vida de la ciudad y de sus gentes fue determinante para la vida de Mondoñedo. Desde su papel de Señores de la Ciudad toda la vida giró en torno a sus obispos. Y a muchos de ellos, como a Muñoz y Salcedo o a Sarmiento debe sus grandes infraestructuras monumentales. Porque de la iglesia salía no sólo la palabra de Dios, sino, también, la gramática, la filosofía, las ciencias y las artes. Estamos ante una ciudad marcada por la influencia de la catedral y del el seminario. Durante un largo período de su historia la catedral iba a ser una fuente de formación de primerísimo orden. A la Catedral acudía masivamente la gente a escuchar los famosos sermones de los magistrales, las famosas disertaciones públicas de los opositores a las canonías, las interpretaciones musicales de la orquesta catedralicia o la asistencia a las aulas catedralicias en donde los niños de la ciudad recibían una formación musical y humanística de alto nivel. Y no fue menor la contribución del seminario a la cultura del pueblo. Desde tiempos inmemoriales, los estudiantes se hospedaban en las casas particulares prolongando en la ciudad la vida cultural del seminario. Mientras que, al mismo tiempo, muchos jóvenes de la ciudad cursaban sus estudios en el seminario, transmitiendo a la ciudad su cultura. Unas vivencias que dejaron a la gente profundamente marcada con un barniz de educación que aún permanece hasta hoy. Una simbiosis en la que la ciudad ponía el corazón y la iglesia la inteligencia. Por eso, aún en tiempos recientes, era normal encontrarse en las calles de Mondoñedo con un molinero poeta, un zapatero escritor o un barbero compositor. Pero no es ahora el momento de nostalgias y soledades. Las ferias de As San Lucas marcan todos los años, durante unos días, una nueva dimensión de la Ciudad de la Paula que va a sufrir estos días un brusco cambio en su ambiente. Sus calles y plazas se van a llenar de bullicio, animación y jolgorio. En el campo de la feria resonarán los relinchos de los caballos y las voces de los tratantes con su picaresco ritual de los tratos. En la Alameda, las barracas, las norias, y los tío-vivos, todo como un pequeño Walt Disney.

Las ferias de As San Lucas son un paréntesis de fiesta en los hábitos de la vida diaria. Son días para vagar por las calles de Mondoñedo, por la Alameda y por el Campo de la Feria. Días para disfrutar admirando los productos de los artesanos del barro y de la harina, de la piedra y la madera, del hierro forjado y del encuentro con los amigos. Días para disfrutar del espectáculo de los tratos del ganado en la feria o de degustar el pulpo en la Alameda, mezclados con los feriantes, romeros y sanluqueiros. Sin olvidar la obligada visita al santuario de Los Remedios, 'para poñer a santiña'.-

José Mª Rodríguez

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