20210108

Miedo. Diario de un confinado en Olavide. Ángel Alda

 

Mientras algunos han querido ver en estas imágenes de la ocupación del Capitolio en Washington el reflejo de las manifestaciones en las puertas de los parlamentos españoles pocos han reconocido su gran parecido con los acontecimientos del 23 de febrero de 1981 en el Palacio de las Cortes en Madrid, con el golpe del coronel Tejero.

MIEDO

   Una sociedad asustada es una sociedad a punto de morir por el virus del miedo. Y el día de Reyes pudimos ver en Washington la escenografía de una sociedad practicando un rito de muerte y miedo. El de la muerte de su democracia y el del miedo al futuro. Afortunadamente el espectáculo de ese esperpento distribuido por las redes y los medios de comunicación por las esquinas del mundo ha podido servir como vacuna. Incluso algunos se atreven a insinuar que la vacuna, que el espectáculo, ha sido diseñado en algún laboratorio de ciencias avanzadas en el cálculo social y político. No lo creo. Demasiado talento imposible de encontrar entre las élites del poderoso mundial.

    Para el análisis queda todo el periodo Trump. El tiempo de la deslegitimación de la democracia liberal. De la emergencia de los populismos entendidos como la única forma posible en nuestros tiempos de evidenciar cómo el fracaso económico, social y climático del capitalismo post crisis ha hundido en la pobreza limitada o extrema a capas enormes de las clases medias de occidente y ha hecho posible al mismo tiempo la aparición de unos poderosos sectores tecnológicos y empresariales con una prosperidad insultante, que se han erigido como los beneficiarios únicos de la crisis en compañía de unas castas políticas tradicionales.

    Las formas políticas, las representaciones políticas en el poder, partidos e instituciones como la justicia o el sistema educativo, han sido y están siendo incapaces de ofrecer a los pueblos y a sus clases populares alternativas creíbles de salvación. Los Trump y compañía no surgen en el vacío. Surgen de la insatisfacción masiva de las poblaciones y del convencimiento de que los sistemas actuales de gobierno no están en condiciones de enfrentar el reto del cambio social y económico, de la misma paz y cooperación internacional o de la lucha contra el cambio climático. Y ese fenómeno, esa deslegitimación, no va a ir sino en aumento, desgraciadamente.

    La crisis económica no tiene visos de solución y la pandemia está acelerando los procesos de deterioro, ya que las fórmulas de hacerles frente, si bien sirven para cauterizar el daño a corto plazo: financiación fácil, presupuestos expansivos y expansión del gasto social, a la vez crean unos déficits monstruosos sin solución de financiación viable como no sea con costes sociales y reestructuraciones de deuda pública calamitosa. Sobre la particular afectación de esa crisis galopante en España me abstengo de opinar. Tengo que cuidar mi bilirrubina y mi creatinina.

    Durante mucho tiempo seguirán siendo más las incógnitas que las seguridades. EEUU y con ese país otros muchos de la órbita populista como Hungría, Polonia y Brasil están sufriendo lo que ahora se llama crisis de reputación. Tratar con ellos, llegar a acuerdos y garantizar su cumplimiento se convierte en un ejercicio de riesgo. El caso de los EEUU saliendo del pacto climático de París de manera unilateral o del acuerdo nuclear con Irán producen miedo en la comunidad internacional y reducen la confianza en la capacidad de esos países. La buena reputación cuesta años en ganarse pero puede perderse en poco tiempo debido a las prácticas de dirigentes o líderes incoherentes o insolventes ¿Quién garantiza al mundo que en los EEUU no volverá Trump al poder en el 2025? Y quien habla de garantías estado a estado habla también de garantías empresariales, de créditos comerciales, etcétera.

    Hablando de vacunas nos cuentan que salvo en las Asturias de mis ancestros el ritmo de su aplicación está pinchando. Nunca peor dicho. Pocos pinchazos. Normal. Vacaciones de personal médico, vacaciones de residentes en centros geriátricos y fiestas y, sobre todo, incapacidad técnica y estado desastroso de los sistemas de salud. La fórmula perfecta. Esperemos que a lo largo del año las cosas se vayan arreglando. Yo me conformo con salvar la semana santa del año 2022. Mientras llegan las soluciones la bronca sigue. Hay muchos que necesitan la bronca para alzar su estatura política. Normal también. Ustedes no se alteren por ello. Miren el horizonte y díganse como el sabio del pueblo: la vida son tres funerales y dos bautizos.

    Pasadas las fiestas aquí estamos otra vez. Gracias por darme entrada en sus casas. Procuraré volver de semana en semana si no es mucha molestia.

    Un beso para todas

    Ángel

- Posdata

Cuidado con Filomena

Con los acontecimientos de ayer en Washington me vino a la memoria lo que nos contaba a los reclusos de la cárcel de Carabanchel en 1971 el líder de la huelga del Marco Jerez. Con una gracia sin igual, Manuel el vocal del sindicato que armó aquella legendaria huelga, narraba cómo la Guardia Civil le estaba apuntando con sus armas mientras se dirigía a sus compañeros huelguistas en una asamblea. "Queridos compañeros, decía, es hora de terminar con esta huelga. La patronal parece que está en condiciones de aceptar nuestras reivindicaciones."

Mientras lanzaba ese discurso que demostraba su voluntad de servir al orden público y evitar su detención, Manuel iba guiñando alternativamente sus ojos.

Desgraciadamente no pudo evitar su detención. La Guardia Civil no es tonta. El recuerdo me llegó escuchando los mensajes de Trump pidiendo a sus partidarios que se retiraran del Capitolio con argumentos que más bien invitaban a insistir en la bronca. Un maestro Trump. A la altura de un vocal rojo e infiltrado en un sindicato vertical franquista.

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