20200706

Segunda parte del Diario de un Confinado en Olavide. LA MARIÑA. LA COSTA MÁGICA. Ángel Alda


LA MARIÑA. LA COSTA MÁGICA.
Lunes 6 de julio

Segundo día del confinamiento. El cronista se anima a contar su vida, su segunda experiencia de confinado. Desde el barrio madrileño de Chamberí, invento burgués decimonónico, a la Costa Cantábrica de Galicia, producto geológico terrestre. Dos dimensiones del espacio unidas por una causal paradoja de Schrödinger llamada pandemia de coronavirus.

La Mariña no es otra cosa que el territorio Cantábrico de Galicia. Innecesario el apellido de lucense. Desde la ría de Ribadeo hasta Estaca de Bares habrá como unos noventa kilómetros. Pero que noventa kilómetros. Dos hitos paisajísticos cubren sus límites. La playa de las Catedrales y la punta del Fuciño do Porco. Y entre medias la colección de playas, cabos, ensenadas y acantilados más increíble de España. Una costa mágica. Y un escenario histórico y prehistórico que daría para escribir miles de leyendas y de curiosidades. Desde el complejo eclesiástico de San Martiño de Mondoñedo en Foz hasta los puentes del Barqueiro pasando por las joyas de la arquitectura indiana de Ribadeo, los monumentos medievales y renacentistas de Viveiro o los castros neolíticos mejor conservados del país.

Ese es el espacio sobre el que hoy media España se interroga ¿Por que estarán confinadas estas gentes? Dicen que la noche de San Juan fue propicia para la extensión del maldito virus. Dicen otros que las manifestaciones obreras en defensa del empleo de la fábrica de aluminio Alcoa contribuyeron posiblemente a la expansión vírica. O que unos bares del puerto de aquí o de allá. Nunca lo sabremos. El caso es que setenta mil almas de Dios tenemos limitados los movimientos. Menos mal que tenemos kilómetros de sobra. Estén ustedes tranquilos. La gente de estas costas son tranquilas y sufridas. Aguantan lo que les echen. Las calles viven una calma levítica. Los comercios están bien abastecidos. Las huertas empiezan a ofrecer los mejores frutos del verano. Tomates, lechugas, ciruelas, arándanos, unas remolachas grandes como manzanas reinetas que al horno resultan gloria pura. Carnes y pescados. Percebes y mariscos de excepción. Y una cocina popular de la cual casi mejor no decir mucho porque luego todo se sabe.

Nunca hubo un balneario mejor. Confinamiento incluido.

Seguiremos disfrutando.

Mañana les cuento.

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