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DEGRADACIÓN POLÍTICA, José María Rodríguez Díaz (2007)

    Refírese aquí José María á corrupción, non tanto dos políticos en si mesmos, como da vida política. Ó fin, casos relacionados.

Sábado, 13 de octubre de 2007
DEGRADACIÓN POLÍTICA
• Publicado por jmrd_ribadeo a las 20:44
Con el correr de los años desde el inicio de la democracia en España se está asistiendo, poco a poco, a la degradación de la clase política. La lucha de los políticos por los cargos y por alcanzar el poder lleva a muchos de ellos a actuar cada vez con total desprecio a las formalidades y a las normas que siempre marcaron el funcionamiento de la administración. Y en este lento proceso de degradación la clase política se va haciendo inmune al sentido de lo moral y de lo ético. Es decir, que se crea callo, como vulgarmente se dice. Se perdió el miedo al qué dirán de la gente y se pasan por alto todo tipo de escrúpulos para hacer cada uno, impunemente, lo que le apetece y le conviene, saltando las normas que hasta ahora eran consideradas como sagradas en la administración de lo público.
Esta sucesión de hechos a los que se está asistiendo últimamente en el mundo de la política es suficientemente acreditativa de esta forma de actuar, que aunque no es general, si es lo suficientemente reiterativa para que llegue a preocupar a la base social. Un día es el caso de la Delegación de Pesca de Viveiro, en manos del PSOE, que, ignorando todas las reglas que exigen los códigos de comportamiento administrativo, hace entrega de un coche, destinado al ayuntamiento de Ribadeo, a un concejal de su mismo partido y actualmente en la oposición en el mencionado concejo, en vez de hacerle su entrega al alcalde, de la formación del BNG y responsable de la citada administración local. Un caso de claro gamberrismo político e irresponsabilidad por parte de este concejal, el Sr. Pérez Vacas, a quien seguramente traicionó su subconsciente impidiéndole aceptar que había perdido las elecciones y con ellas la alcaldía. Una actuación deplorable de la que su partido, el PSOE, debería tomar buena nota. Es decir, que se están utilizando, sin escrúpulo alguno, las normas de funcionamiento de la administración, patrimonio de todos los ciudadanos, sin distinción, para favorecer a determinadas personas o partidos.
Otro día, y sin que medie mucho espacio de tiempo entre estos dos hechos, asistimos a otro caso, de más que dudosa honestidad, en el que un concejal en el gobierno de Ribadeo, para poder dedicar todo su tiempo y su actividad laboral más plenamente a ayudar a su partido que está gobernando en minoría, se le concede una dedicación exclusiva, percibiendo sus emolumentos con cargo a otro organismo distinto, en este caso, la Diputación Provincial. Y este hecho es aceptado con total normalidad, sin que nadie se sonroje por ello y sin cuestionar la moralidad de un hecho por el cual se utilizan los dineros de la administración en beneficio y provecho de un determinado partido so pretexto de beneficiar a un concejo. Una práctica que, dada la repetición de casos que se observan, se ha llegado a aceptar como normal. Y, una vez más, se va haciendo más callo en la conciencia de los políticos.
Son dos casos ilustrativos de abusos, reiteradamente repetidos en los últimos tiempos entre la clase política, que nos hablan de la pérdida de escrúpulos cuando se trata de aprovecharse de situaciones y circunstancias contrarias a la ética más elemental en beneficio de los partidos y de las personas que en ellos militan.
¿Tienen remedio estas situaciones? La profunda separación y falta de sintonía entre la base social y la clase política, cada vez con menos clase, hace difícil esperar que las cosas mejoren. Los tan frecuentes casos de corrupción que en los últimos años se están dando, no favorecen el clima de confianza necesario para que los ciudadanos se preocupen por la política. Más bien al contrario, cada día se sienten más defraudados y menos representados. La falta de sintonía que existe entre el político y el ciudadano es cada vez más profunda. Una circunstancia que los políticos aprovechan para hacer sus fechorías impunemente en detrimento de la buena gestión y con peligro para la misma salud de la democracia.-

José Mª Rodríguez

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