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UN DESAHUCIO EN CHAMBERÍ. Diario de un confinado en Olavide. Ángel Alda

Pareja de ositos de peluche abandonados en la calle Cardenal Cisneros

 

   UN DESAHUCIO EN CHAMBERÍ

   5 de marzo de 2021

   Fijaos un momento en la foto. Y pensad en el sentimiento que os despierta la imagen del enorme oso de peluche y su criatura abandonados en la puta calle.

   ¿Ternura?

   ¿Tristeza?

   A mi me despierta la imaginación. Veo a un niño disfrutando con sus osos en una casa del barrio. El niño ha crecido con los peluches acompañando sus juegos y sus sueños. Seguro que les ha puesto nombres y ha inventado con ellos historias y aventuras. Los ha humanizado. Y los osos le han devuelto su amor y su cariño. Ha compartido cuentos y familia. Pero por alguna razón los pobres peluches han empezado a sobrar. Llevaban ya mucho tiempo guardados en el fondo de un armario, en un trastero. Y les ha llegado el tiempo del desahucio. Una reforma, una mudanza. Vaya usted a saber. Ignoramos si aquel niño ha estado presente en el duro momento del abandono. Quiero creer que no. Seguro que hubiera encontrado la forma de rescatarlos de ese triste final. O no. Nada sabemos. Solo podemos especular.

   El caso es que los pobres peluches han terminado en la esquina de Cardenal Cisneros con Olid, justo al lado de la tapia donde años atrás estuvo el enorme frontal de azulejos de la fábrica de gaseosas El Gallo, único elemento sobreviviente de aquella vieja instalación fabril y que un día alguien, posiblemente del Metro de Madrid, dueño del solar, se llevó a algún almacén perdido o vertedero.

   Muy cerca, también, de la vieja taberna Los Molinos, desaparecida en los setenta y dónde se rodó una película mítica del cine madrileño: El Tigre de Chamberí.

   Ni siquiera la simbología madrileña que tiene dedicado al Oso la representación de la ciudad junto con el madroño ha podido salvar al pobre animal del desahucio. Tiempos de mudanzas, de limpieza, de destrucción los que vivimos. Si se nos han ido, informaciones del día, setenta mil vecinos hacia los campos de la muerte en este último año y solo por el efecto de la pandemia, como vamos a llorar por esta familia uniparental o unimaternal de ositos de peluche. Deberíamos.

   Dicen que el primer oso de peluche estuvo inspirado por el presidente de los EEUU Teodoro Roosevelt. El primer Roosevelt, el policía de Nueva York que parece que era un cruel cazador de osos. Luego hubo otro Roosevelt, Franklin Delano, al que le tocó resolver la gran crisis financiera y social de finales de los 20 y al que muchos admiramos como el gran reformador del capitalismo de entreguerras. De cómo una pieza de caza pudo convertirse en un objeto de juego infantil no tengo constancia. Me imagino que alguna derivación simbólica como las que en su día dieron nombre a las tribus de cazadores de nuestra antigüedad. Un oso totémico. Como el Gallo de los azulejos o el Tigre de Chamberí.

   No sé qué cosa harán los servicios de limpieza municipal con estos restos. Si permanecerán íntegros en algún depósito municipal o irán a un vertedero para ser enterrados con otros miles de objetos formando montañas de restos para estudiosos arqueólogos del futuro.

   No hace mucho tiempo tuve noticias de un revolucionario investigador que se propuso conocer nuestra actual civilización a través de las basuras. Inventó la arqueología del presente. Se llamaba William Rathje. Tenía un impresionante currículum como arqueólogo de las viejas culturas mayas de Centroamérica y por alguna razón, por alguna inspiración genial, pensó que aquellas técnicas que buscaban conocer aquellas viejas culturas podrían ser utilizadas para conocer la vida doméstica, las costumbres, hasta las más secretas, de sus contemporáneos. Para sus investigaciones utilizaba una máquina similar a una perforadora de petróleo. El aparato recogía muestras con un cilindro  que iba mordiendo el vertedero hasta 30 metros de profundidad. Luego recolectaba los objetos y los clasificaba. Databa los mismos gracias a que siempre encontraba periódicos o facturas. Los restos de comida le servían para conocer las dietas y las prácticas culinarias. Podía determinar cómo la sociedad cambiaba sus hábitos. Como alteraba sus consumos. El porcentaje de plásticos, la tipología del mobiliario. Tenía pensado el buen hombre excavar un vertedero histórico de la ciudad de México por el que se podía llegar a remontar hasta épocas precolombinas. También pensaba en un terreno de Londres donde cientos de generaciones habían depositado sus basuras a lo largo de un milenio como objeto de su investigación. Este genio era capaz de inventarse unas ruinas de Pompeya para sus particulares hallazgos. Parece que su escuela arqueológica no ha tenido seguidores y es una pena.

   No me puedo imaginar como los arqueólogos del futuro interpretarán el hallazgo de los ositos de Chamberí. Como asociarán la coincidencia de encontrar miles de restos de mascarillas en el mismo nivel o como relacionarán a los peluches con los nuevos juegos infantiles de la era digital.

   Para ayudarles, o para complicarles la vida definitivamente, he pedido al poeta de guardia que me acompaña a veces que dedique a los ositos un pequeño romance.

ROMANCE DE LOS PELUCHES
Dedicado a Manolita, gran cuidadora de peluches


Una osa y su bebé
en medio de una pandemia
se quedaron en la calle.
Qué pena me da de ellas.


Por Chamberí las dejaron
en el cruce de una esquina,
solas y desamparadas
sin ropa y sin mascarillas.

La osa se llama Ramona
y la osita Margarita.
En la calle desahuciadas
viniendo de casa rica

Nada dijeron al niño
de la marcha de los osos
no fuera a ser que el zagal
se opusiera al desalojo.

Por la esquina de la calle
pasaron muchos vecinos,
unos llorando de pena
otros clamando al destino.

Pero ninguno con ganas
de rescatarlos del frío
o de sumar sus tristezas
o compartir bocadillo.

Un anónimo poeta
de amanecida con niebla
las recogió con cuidado,
sabe Dios dónde las lleva.

Y aquí se acaba el romance
de Ramona y Margarita,
las dos osas madrileñas
de la pandemia sus víctimas.

   Bueno. Ya estamos más cerca del despertar de esta pesadilla.

   Besos para todas.

   Ángel

   POSDATA

   Hoy me sentí obligado a escribir una nota necrológica para un vecino del barrio muy querido que ha muerto por la infección del virus maldito del Covid. Somos Chamberí, el periódico del distrito, ha tenido la amabilidad de publicarlo en la red.
   Carlos, en la memoria.

https://www.eldiario.es/madrid/somos/chamberi/noticias/carlos-paz-ultimo-chamarilero-chamberi-muere-victima-coronavirus_1_7275028.html

Addenda:

Ángel Alda foi entrevistado o día 17 de marzo na SER-Madrid a conto da nota necrolóxica anterior. A partir do minuto 19 aquí.

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