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PASOS ELEVADOS Y BANDAS RUGOSAS. José María Rodríguez Díaz (2007)

    Trata aquí José María un tema menor en certo sentido, pero non menor no fondo, pois o 'sistema de solución' elixido non era patrimonio de Ribadeo e seguiu a medrar en diferentes aspectos a todos os niveis da política, e non só no estado español: a coerción da maioría co pretexto de eliminar a causa dalgunha infracción.

Sábado, 08 de diciembre de 2007

PASOS ELEVADOS Y BANDAS RUGOSAS

• Publicado por jmrd_ribadeo a las 9:54

PASOS ELEVADOS

Decía el escritor francés Anatole France que gobernar quiere decir hacer descontentos. Y es verdad que, a veces, los gobernantes no hacen nada para evitarlo.

Cada época tiene sus modas. Comportamientos de fans o seguidores de ídolos a quienes la juventud trata de imitar. Una moda acaba de instalarse entre nuestra jungla juvenil que, carente de horizontes más sólidos, necesita un modelo a quien imitar. La figura del gran campeón ovetense, Fernando Alonso, piloto de la Fórmula 1, triunfador en los mejores circuitos del mundo, ha seducido a muchos jóvenes necesitados de ídolos, que pretenden imitar sus hazañas.

Son esos que nos sorprenden tan a menudo con carreras y competiciones nocturnas clandestinas, organizadas en nuestras carreteras, ciudades y villas pequeñas, que ponen en peligro vidas y haciendas de muchas personas y, a veces, con resultados de muerte. Y sólo por diversión, por jugar a parecerse a su mito, Fernando Alonso. Y Ribadeo no es una excepción a esta moda. Algunos de sus paseos y calles son el lugar elegido por estos imitadores descerebrados para celebrar en ellas estas competiciones clandestinas para imitar a su ídolo. Actuaciones que ponen en peligro la salud pública y sus propias vidas.

Ante las repetidas denuncias de estos hechos, la autoridad local ribadense, celosa de su deber, no ha tardado en reaccionar, intentando poner remedio a esta la situación. Pero es, precisamente, el tipo de solución elegido por la autoridad lo que ha provocado en la población cierto rechazo y descontento. La solución elegida por los alcaldes ha sido la más cómoda: castigar a todos los conductores para corregir los delitos de algunos. Las bandas rugosas y pasos elevados que han colocado en las calzadas para evitar la velocidad excesiva de algunos conductores limitan el derecho que tienen todos los ciudadanos a disfrutar de una conducción fluida y normal, obligándolos a aminorar constantemente la velocidad y hasta a parar, en algunos casos, como pasa en la Avenida de Galicia, en Ribadeo. Una solución que perjudica a los conductores por los daños que causa en los vehículos y el entorpecimiento en la fluidez de la circulación. Como perjudica, también, la vida privada y familiar - algo a lo que todo el mundo tiene derecho - de quienes viven en las cercanías, pues el ruido que los vehículos hacen al atravesar las bandas rugosas, ocasionan una permanente perturbación en las estancias y en el descanso de las personas. Una medida, fruto de otra moda, que juzgamos desafortunada, porque más que perjudicar a los infractores, que se van a correr a otro lado, perjudica a los demás ciudadanos. Como sería igualmente desafortunado tratar de cerrar un colegio porque a sus puertas se venden drogas. ¿No sería más lógico tratar, más bien, de detener a los camellos?

Se están tomando soluciones diversas para poner freno a este fenómeno que, aún siendo muy cómodas para el gobierno local y, quizás, muy legales, no son las ideales. Y cada vez que un vecino denuncia que se están celebrando carreras de coches en algún lugar, allí corren las autoridades a poner obstáculos para evitarlo. Salvo casos excepcionales, muy justificados, no parece ser esta la solución ideal por la trascendencia negativa para los demás conductores y para los mismos vecinos. Estas soluciones son la demostración de la incapacidad que tienen las autoridades para conseguir, por medios menos molestos, que ciertos usuarios de la carretera circulen a la velocidad adecuada en cada tramo. ¿No hay otras soluciones posibles para frenar a estos locos? La solución debe pasar porque el control de la policía o la Guardia Civil o la colocación de radares impidan estas carreras imponiendo las debidas sanciones a los infractores. En el fondo, es un problema de tráfico, como los demás y sujeto a las mismas sanciones. Y el pueblo no tiene por que pagar las consecuencias de las tibiezas de los gobiernos municipales que han convertido esta solución en una rutina. Si mañana se tiene noticia de que se vio a un descerebrado conducir a doscientos por hora en la circunvalación o en la carretera del faro, cosa que puede suceder cualquier día, ¿tratarán de solucionar el problema, una vez más, colocando bandas rugosas o pasos elevados? Y estas cosas pasan porque los que gobiernan no consultan al pueblo. Sólo lo interpretan, arrimando el ascua a su sardina.-

José Mª Rodríguez

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