20240403

UNO DE ABRIL. Jesús Irigoyen


UNO DE ABRIL

1 de Abril de 1939, triunfa el fascismo y da comienzo la larga noche del genocidio franquista. Como ha sucedido a lo largo de la historia, los vencedores utilizaron como arma de avanzada el lenguaje. La cruz y la espada llegaron para salvar a España de las garras del comunismo y para preservar los sagrados valores de nuestra cultura. Y así es como a partir de ese momento se impone un relato oficial muy elaborado y dirigido a justificar el criminal asalto a la democracia y a sembrar el terror entre la población. Así día tras día, año tras año, por pueblos y ciudades, cubriendo cada rincón de este país. Donde no llegaba el ejército lo hacía la guardia civil, los falangistas, los requetés, porteros de edificio, taxistas, serenos, camineros, policías. Y en todas partes la Iglesia Católica, sus curas, frailes, obispos, arzobispos, monjas y sacristanes. España entera fue una prisión controlada con mano de hierro por los esbirros de un sistema que sacó abundantes beneficios a costes mínimos.

Europa, particularmente Inglaterra y en menor medida Francia, dieron el oxígeno necesario para que la dictadura gozara de plena libertad. Por supuesto y siempre, con la bendición de EEUU. Así es que ese 1 de Abril, como fecha señalada con sangre para la historia, es el espejo donde se refleja la peor cara de la sacrosanta "cultura" occidental. Lo ocurrido aquí no fue un fenómeno netamente español, como señaló en Potsdam con enorme cinismo EEUU ante la propuesta de la URSS de liberar a nuestro país del fascismo. Aquí se escenificó la primera batalla de la segunda guerra mundial. Y también se escenificó la gran traición de Inglaterra y EEUU a los demócratas que además, habían participado muy activamente en la liberación de Europa del nazismo.

Han pasado unos años desde aquellos hechos y hoy podemos decir que nunca se hizo justicia con los demócratas republicanos masacrados, asesinados, esquilmados y olvidados. Y las palabras vuelven a confirmar esta injusticia histórica. La ley de memoria democrática es un claro ejemplo de ello. Eleva al BOE el relato de la equidistancia, repite hasta la náusea términos como víctimas, justicia, reparación, pero no hay una sola mención a los verdugos, a la Iglesia, a Falange...

Por tanto, aniversario hoy del inicio del Genocidio (que no entiendo porqué nadie usa este término y sin embargo, figura en el encabezamiento de la causa Argentina contra el franquismo), de la siniestra carrera criminal de falangistas, curas, empresarios, militares, policías y civiles, todos ellos con sus nombres y apellidos.

Cuando un país asienta toda su estructura política y económica, también religiosa, sobre éste terrible Genocidio y nadie se atreve a cuestionarlo, entonces podemos decir que las palabras mienten, tergiversan, crean realidades a la medida de los asesinos y ladrones. Democracia, libertad, Parlamento, elecciones, monarquía parlamentaria, Constitución...

La memoria es algo más que unas siglas o un movimiento. La memoria es la que nos hace ser humanos y aprender de un pasado que, guste o no, determina el presente y condiciona el futuro.