20161111

Conclusiones para la vida de un gallego. Pablo Mosquera


Parada en Cervo de viajeros de antaño, de siempre...


Si algo tiene de bueno la actualidad es: poder acceder a la información pasada y presente desde un ordenador; haber llegado en excelentes condiciones físicas y mentales a la altísima condición de abuelo, con capacidad para hacer balance de una vida en el seno de la sociedad entre dos siglos-XX y XXI-.
Cuando repaso la biografía de Cervantes, en el cuarto centenario de su muerte, encuentro razones para trasladar al Quijote, gran parte del pensamiento que dejó en su encéfalo, vivencias del trascurrir por dos siglos -XVI y XVII- una vida azarosa pero al mismo tiempo preñada de experiencias que se podrán comparar con la famosa frase del Don Juan de Zorrilla -siglo XIX-: " yo a las cabañas bajé/ yo a los palacios subí/ yo los claustros escalé/ y en todas partes dejé/ memoria amarga de mí..."
Y es que en noviembre, cerca del animal fuego en una Lareira de Lourenzana, escuchando un hermoso piano, entre amigos músicos, hay inspiración para un gallego viajero que, siempre estuvo de paso, hasta regresar a casa; nuestra Mariña, que sabe interpretar las campanadas de las iglesias, dejando a los faros la misión de vigías eternos, desde la tierra al horizonte marino, dónde se juntan cielo y aguas, a pesar del esfuerzo que cuentan, los Dioses del Olimpo, encomendaron a Hércules.
Qué más da lo sucedido en yankilandia. Qué más da la crisis de los socialistas. Qué más da el engaño de las encuestas. Qué más da la campaña del Corte Inglés para convertir la Navidad en la fiesta del consumo. Qué más da el papanatismo con adicción al moderno e infernal Smartphone. Nosotros, los gallegos, en el mes del Tenorio, debemos responder con aquello de: "cuan gritan esos malditos/ más mal rayo me parta/ si terminando esta carta/ no pagan caros sus gritos...".
Cuando estaba en el kilómetro cero de la España centralizada en Madrid, desde Felipe II, los mariñanos vivíamos entre los recuerdos de la última estancia en Viveiro, y la esperanza del regreso vacacional a las playas de Cervo. Cuando estaba en la Barcelona bohemia, además de probar el seny de un pueblo Mediterráneo, culto y emprendedor, me preguntaba, cuáles eran las razones para que mi Galicia no tuviera lo que disfrutaban los discípulos de Auxiás March, o los seguidores de Salvador Espriu. Cuando estaba en la capital de la Euskadi orgullosa con sus Derechos Forales llevados a la esencia de Autonomía para ser fragmento de Estado, me preguntaba: ¿cuándo lograremos los gallegos ser y estar en nuestra patria, viviendo como gallegos y en gallego?.
Y es que a la postre, lo que nos debe importar es lo que cada uno de nosotros hace para cambiar el mundo. Ese recuncho al que pertenecemos. El legado de la Xeración Nos. Y es que, Galicia debe ser nuestra meta. Un lugar dónde quepamos todos los gallegos, sin tener necesidad de hacer las maletas en busca de otro animal fuego.

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